Somos un universo en miniatura o microcosmos. Se cumple lo que dijera Hermes Trismegisto: «Lo que es arriba es abajo y lo que es abajo es arriba». En todos nosotros palpitan los elementos y las leyes del cosmos. Somos asimismo como una batería de energía. A la energía vital se le ha venido denominando desde antaño de modos muy distintos según los países y las tradiciones iniciáticas: prana, chi, ki, neuma. Es la fuerza vital que nos anima; es el aliento de vida; es ese poder que hace posible todos los procesos psicosomáticos.
Todos vivimos gracias a esa energía, que podemos acumular o disipar, y que tenemos que aprender a dosificar y administrar con sabiduría, pues en última instancia ella es la vida y el ánima y el ánimo. Es el aliento primero y opera a cada instante de acuerdo con la respiración. Al nacer lo primero que hacemos es inhalar y al morir, lo último que haremos será exhalar. Aprender a respirar es por eso esencial. No sabemos hacerlo y hay que aprender.
Las 5 fuentes primordiales o fundamentales de energía o vitalidad son:
– La alimentación.
– La respiración.
– El sueño.
– El descanso.
– Las impresiones mentales.
A lo largo de estas semanas hemos desarrollado en profundidad la alimentación como una de las fuentes más importantes de energía. En las unidades siguientes, mencionaremos las otras cuatro fuentes de energía restantes con algunos ejercicios para comenzar a practicar.
La información de estas unidades ha sido extraída del libro «El arte de aprender a vivir» de Ramiro Calle, uno de mis grandes maestros de Yoga.
TAREA DE ESTA UNIDAD
✍️ Intenta memorizar las 5 fuentes de energía. ¿Eres capaz de decirlas sin mirar el texto?
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